Esta semana, el 1 de octubre, celebraremos la fiesta de una de las santas más populares de la Iglesia Católica, Santa Teresa del Niño Jesús, o Santa Teresa de Lisieux. Santa Teresa fue una monja carmelita de Francia que murió a la edad de 24 años por tuberculosis. Su madre superiora, la Madre Inés, le pidió que escribiera una autobiografía que todos conocemos como "Historia de un alma". En su autobiografía, Santa Teresita relata su educación y describe su "pequeño camino", que será la razón por la que fue declarada Doctora de la Iglesia.
Las dos virtudes en las que se centra Santa Teresita en su pequeño camino son la confianza o seguridad y la humildad. Santa Teresita siempre tuvo grandes deseos de ser santa. Ella miraba las vidas de los santos y veía cuán grandes eran y se desanimaba pensando que no sería capaz de ser tan santa como ellos. Que no podía sacrificarse, hacer penitencia ni orar como estos grandes santos. Sin embargo, Santa Teresita se dio cuenta de algo. Santa Teresita, meditando en Dios como un Dios de infinita misericordia y amor, nunca daría a sus hijos un deseo que no pudieran alcanzar, que no pudiera cumplir. Por eso, Santa Teresita tenía total confianza en Dios de que el deseo de santidad que tenía, no sería algo que Dios le daría si no podía lograrlo. Y en esa confianza en Dios, Santa Teresita no se desanimó, sino que confió en la misericordia y el amor de Dios para que la llevaran a la santa que Él quería que fuera.
Esa confianza y seguridad que Santa Teresa tenía en Dios le permitió crecer en humildad. Santa Teresita escribiría en su autobiografía:
"Soy demasiado pequeña para subir la áspera escalera de la perfección, debo encontrar un ascensor que me lleve hasta Dios. Y esto es lo que encontré: 'Como a quien la madre acaricia, así te consolaré. Serás llevada en brazos y sobre las rodillas te acariciarán". ¡El ascensor que debe elevarme a los cielos son tus brazos, oh Jesús! Para eso no necesito crecer; por el contrario, necesariamente debo permanecer pequeña, hacerme más pequeña".
Santa Teresita comprendió que debía que fracasar en sus propios ideales porque no eran los ideales de Dios y, en su pobreza, permitir que Cristo la elevara a Él. Santa Teresita aprendió a regocijarse en su debilidad porque es una oportunidad para que el amor misericordioso de Cristo crezca en nosotros. Y en los pequeños momentos mundanos de la vida, tratamos de practicar un gran amor.
Hermanos y hermanas, ¿cuán pequeña es nuestra alma? ¿Tenemos plena y completa confianza en el infinito amor y misericordia de Dios? ¿Confiamos en que la santidad a la que Él nos está llamando es posible que la alcancemos? ¿Y estamos desechando nuestros propios ideales de nosotros mismos y permitiendo que Cristo nos eleve a Él? Este es el caminito de Santa Teresita del Niño Jesús. Es un camino que está hecho para todos porque todos hemos sido niños en nuestra vida. Tomemos esa decisión, como Santa Teresita, de responder a nuestros sufrimientos y fracasos cotidianos con confianza y seguridad en el amor y la misericordia infinitos de Dios. Santa Teresita de Lisieux, ruega por nosotros.
En Cristo
P. Stefan
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