Queridos feligreses de San Martín,
Este domingo celebramos la Fiesta de la Presentación, cuando María y José presentaron a Jesús en el Templo 40 días después de su nacimiento. Esto me recuerda una costumbre popular hispana en la que muy poco después del nacimiento, y antes del bautismo del bebé, los padres llevan a su recién nacido a la iglesia para presentarlo a Dios. En San Martín hacemos esto durante la procesión del ofertorio de la Misa. Los padres siguen a los que traen el pan y el vino, y el sacerdote toma al niño y se vuelve hacia el altar para hacer la presentación. Durante este tiempo, rezo brevemente, pidiendo a Dios que haga del niño un gran santo. Luego, el bebé es devuelto a los padres, pero algo importante ha sucedido en esos pocos segundos. Los padres reconocen que su hijo pertenece ante todo a Dios, el dador de toda vida. Cuando María y José presentaron a Jesús al Padre, equivalía a una entrega total, una ofrenda completa de su hijo a Dios.
En cierto sentido, imitamos a María y José, y a los padres que hacen presentaciones de sus recién nacidos, en cada Misa. En la Misa ofrecemos a Jesús, y nosotros mismos con él, al Padre como el sacrificio perfecto de la reconciliación. Una de las oraciones de la coronilla de la Divina Misericordia resalta esta realidad: "Padre Eterno, te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu muy amado hijo, Nuestro Señor, Jesucristo". Así como los padres reciben a su hijo después de presentarlo a Dios, así el Padre nos devuelve a Cristo, específicamente a través del don de la Sagrada Comunión. Que esta fiesta de la Presentación nos lleve más plenamente al ritmo esencial de la Misa: la ofrenda completa de Cristo y de nosotros mismos al Padre y la recepción a cambio de Aquel a quien hemos ofrecido.
Como mencioné en algunas de las Misas la semana pasada, muchos de nuestros feligreses tienen miedo de lo que podría sucederles debido a la política de inmigración de nuestra administración actual. Hasta ahora, no conocemos los detalles de la política de deportación. Como su párroco, les insto a estar vigilantes e informados, pero no teman. Debemos orar y abogar por los derechos de los inmigrantes y la unidad de las familias. Planeo invitar pronto a la Sra. Celia Rivas, abogada de inmigración de Caridades Católicas, para que atienda las preguntas e inquietudes de nuestra congregación. Nuestra población inmigrante, ya sea documentada o no, es una enorme bendición para nuestra comunidad. Sigamos animándonos y orando los unos por los otros, y en las palabras de San Padre Pío, "". Ora, espera y no te preocupes.”
En Cristo,
P. Dave
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