Queridos feligreses de San Martín:
Cuanto más claros estemos sobre nuestra vocación, más fuerte será nuestra determinación de mantenerla. Jesús comparte con sus discípulos "el misterio oculto por los siglos y por las generaciones, pero que ahora se ha manifestado a sus santos" (Col 1, 26): debe sufrir, ser rechazado por los líderes judíos, ser crucificado y resucitar al tercer día. Esta es su vocación y misión, la que tenía delante de sí diariamente como la meta a la que se esforzaba. Debido a que conocía su llamado tan claramente y lo aceptó de tan buena gana, cuando Pedro, sin darse cuenta, trata de disuadirlo de ese camino, Jesús lo reprende fuertemente: "Apártate de mí, Satanás. No estás pensando como Dios lo hace, sino como lo hacen los seres humanos". Jesús conoce su identidad (Hijo amado del Padre), conoce su vocación (hacer la voluntad del Padre) y está decidido a cumplirla ("Para esto he venido a esta hora" Jn. 12:27).
Nuestra vocación principal es la santidad, y Jesús nos da los planos para alcanzarla: "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". A menos que conozcamos nuestra vocación ("Porque esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación". 1 Tes. 4:7), tengamos claro el camino para alcanzarla, y estemos decididos a aceptarla, seremos susceptibles a las tentaciones sutiles de Satanás. Este domingo, oremos por la gracia de la claridad y la determinación en el conocimiento y la aceptación de nuestro llamado.
La semana pasada, la despensa atendió a más de 420 clientes, lo que representa otra enorme participación. Por favor, continúen teniendo en cuenta nuestra despensa y sus necesidades, porque como nos recuerda Santiago, "la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta".
En Cristo,
P. David
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